13 Febrero 2010. Día 1

Ayer no conseguí dormir nada. Supongo que por fin me puse todo lo nervioso que no había estado hasta entonces, la última vez que miré el reloj eran las 5.47 a.m. y a las 7.30 tenía que estar totalmente preparado.

 Me levanté con la boca seca (nervios) y por más agua que bebía no conseguía quitarme esa desagradable sensación.
Una vez embarcados comencé a relajarme y justo al cruzar los Alpes, viendo como un mar de nubes bañaban los picos más altos y ocultaban el resto, caí dormido. Conseguí abrir un ojo para ver cruzar los Dolomitas, y para un estupendísimo desayuno belga (pan integral con queso, pepinillos y berenjenas .... PUAJ!!), pero no estuve despierto hasta que me encontré en un tren expreso rumbo al centro de Milán.

Milán en 4 horas y media: Milán, para mi sorpresa, es una ciudad limpia, tanto de ruido como de suciedad. El tren (Billete de i/v 14,5€) te deja cerca del Palacio Sforza (o algo similar)

Sin querer, debido a la cercanía te das de bruces contra Il Duomo, que es espectacular por fuera,

como por dentro,

Pero bueno, Milán no es mi destino, tan sólo estoy de paso y con la maleta y la cámara a cuestas es difícil ser un buen turista sin caer presa de las terrazas y las cervezas que allí ofrecían. Así que viendo que el sol ya se ponía lentamente y empezaba a hacer frío como en Madrid, me volví al aeropuerto de Milán Malpensa, para hacer tiempo hasta mi siguiente vuelo (Milán-Abu Dabhi, desde donde ahora escribo)

PS: desde que baje en Milán me he dado cuenta que repetidamente en breves espacios de tiempo me encuentro a mi mismo sonriendo sin un motivo particular ni externo. Es como si te tomarás un prozac o similar y el cuerpo se te envuelve en una constante alegría ......