jueves, 16 de diciembre de 2010

Joumae

Quizás mañana o quizás pasado mañana no encuentre motivos para haber colgado este post, pero hoy, ahora, 6 horas antes de despedirme, sólo por unas semanas, de la vida en Tokyo, miro atrás y me doy cuenta que me llevo a España muchas cosas nuevas conmigo.

Tres meses de estancia no parecen ser muchos como para merecer una mirada atrás, más bien merecen seguir mirando adelante, pero como digo, hoy y ahora me siento con ganas de revivir algunos momentos, que serán definitivamente parte de mi. 



Aún recuerdo mis miedos del primer día, de la primera semana, del primer mes. Miedos que hoy han sido ampliamente superados (el idioma, la soledad, la distancia ... etc) y reemplazados por recuerdos, lecciones y esperanzas.


Hoy vuelvo, y vuelvo solo para disfrutar de lo que, mucho tiempo, he echado de menos: la familia y los amigos. Ese aspecto, a pesar de que las nuevas tecnologías (lease skype o mails) han ayudado a reducir la sensación de distancia, ha sido el más duro de sobrellevar. Nunca antes en ningún otro viaje (si es que esto se puede definir como un viaje y no como una experiencia) me había sentido tan lejos. Tan extraño a veces, pero tan inspirador a la vez. 






La ciudad de Tokyo impresiona a cada paso, a cada sabor, pero se deja vivir. La ciudad, de grande que es, es casi infinita. Pero no es incómoda, es más bien fascinante. Sus monumentos, edificios, museos, parques, callejuelas, templos, son más de lo que puedas visitar en una vida entera aquí.











Por otra parte, había escuchado muchas historias sobre el comportamiento de sus gentes con respecto a los extranjeros ... cosas que no decían muchas cosas buenas sobre ellos ... nada más lejos de la realidad. Creo que he hablado con más desconocidos en las calles de esta ciudad que en cualquiera de otro mundo. Quizás será cuestión de tiempo.








La idiosincrasia de Tokyo reside en sus gentes, y esta se extrapola a la colectividad nacional, con ciertos matices. La expresividad, la naturalidad, la cercanía, no son valores que demuestren en un primer momento, pero si las consigues las mantendrás. Su educación extrema y su respeto hacía la persona que tienen delante debería de ser exportadas a muchos países occidentales.





En definitiva, creo que volveré con más ganas de Tokyo. Sobre todo sabiendo, como se, que el tiempo aquí llegará a su fin en una fecha ya concreta.